El problema legal muy propio de Montesquieu
En el seno del gris
rebaño se esconden lobos, es decir, personas que continúan sabiendo lo que es
la libertad. Y esos lobos no son sólo fuertes en sí mismos; también existe el
peligro de que contagien sus atributos a la masa, cuando amanezca un mal día,
de modo que el rebaño se convierta en horda. Tal es la pesadilla que no deja
dormir tranquilos a los que tienen el poder.
Ernst Jünger, La emboscadura, 1951.
E |
l Estado democrático es la forma de
organización de una sociedad en la que el poder y legitimidad nace del pueblo.
Más sencillo: en un Estado democrático se requiere la participación del pueblo
en las decisiones generales. Esto lo diferencia, digamos, de otras formas de
organización como las antiguas monarquías, las recientes dictaduras y otras
formas de Estado.
Pero ¿quién escoge la forma en la que un
pueblo se ha de organizar?
-Unos pocos.
La independencia fue organizada por un grupo
de españoles nacidos en América; muchos de ellos hablaban inglés, francés, alemán
y latín; poseían otros conocimientos que los diferenciaban de las clases
oprimidas (a la que ellos no pertenecían). Del mismo modo, muchos pertenecían a
logias herméticas que compartían conocimientos con personas selectas. Dicho de
otra forma, fueron un puñado de americanos, con conocimientos privilegiados,
los que se hicieron con el futuro de América latina (y de otros territorios).
Lo mismo pasó en la Revolución francesa,
Estados Unidos, en México y hasta en China. Nuestro Estado es un copy-paste
de lo que hicieron los demás y que parecía funcionar.
Pero algo no salió bien… porque, si hubiera
salido bien, ahora tendríamos el PIB de EE. UU. (y en la lista, Ecuador está
solo por unos dólares por encima de Kuwait; un lejano país árabe bastante
atrasado en materia jurídica-social).[1]
Más adelante recapitulamos este interesante
dato, por el momento tenemos claro que:
Democracia no es el gobierno del “pueblo”
porque el pueblo no la inventó, creó, implantó, instauró, sino, como muchas
cosas, fue propuesta por un grupo selecto.
Nuestro nuevo y paranoico concepto entonces
va:
Democracia es la forma de gobierno instaurada
por individuos selectos, a los que se les presume del pueblo y -también se presume-
representan al pueblo (o se hacen llamar así).
Superado esto, veamos el modo en que esta
forma de gobierno se divide:
En un principio, interesantes intelectuales
como Montesquieu empezaron a sugerir la -muy acertada- división actual de
poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.[2]
El ejecutivo atendía a la necesidad de
representación general de un imperio o nación; en Roma un emperador; en la
Rusia medieval un Rey; era una obviedad que no era posible quitar esta figura
paternal de las mentes de los ciudadanos de a pie; entonces, llega el turno de
un presidente.
El Legislativo se encargaría de las leyes; no
se olvide que las leyes son las reglas, quien cumple las leyes, cumple las
reglas y si no las cumple… ya verá usted. ¿De dónde salen las leyes? De la
costumbre y luego de un montón pensar-pensar de acérrimos estudiosos.
Las leyes determinan la realidad de una sociedad, los resultados de una
sociedad; lo que usted vive diariamente son el resultado de las leyes que tiene
su país.
Luego, el judicial: ¿quién hará justicia? Si
lo hiciera el presidente sería muy autoritario y podría no ser justo. El
legislativo, aunque pueda meter sus manos en todo lo que convenga (como
veremos), la sabia experiencia ha preferido quitarle -parcialmente- esa
facultad. Entonces, otra rama del Estado, el Poder Judicial es aquel cuyo deber
es administrar la justicia a través de la aplicación de las leyes que determinó
el legislativo (atención: solo aplicar, nada tiene que ver este poder con que
haya delincuencia o no, eso más bien, es responsabilidad del legislativo).
Hemos diseccionado el Estado democrático y en
todo esto ¿Dónde está el pueblo?
La participación ya no es como en la antigua
Grecia o Roma, no: ahora ha convenido reducir la participación a meras
elecciones cada cierto tiempo. El pueblo se acerca a un centro donde ejerce su
voto y elige las personas que estarán en estos tres poderes fundamentales y acepta
vivir bajo sus conveniencias.
Ahora entiende cómo es un Estado democrático,
maravilloso avance intelectual; me gustaría ahora que sepa más de estos tres
poderes, pero le voy a hablar del responsable de todo lo que sucede en un país:
El poder legislativo
Ya tiene cierta idea del legislativo; hace y
propone las leyes. Pero también tiene otras facultades, como ajustar el
presupuesto que maneja cada año el país.
Hay un esmero histórico por pasar inadvertido
frente al pueblo y esto tiene una sencilla explicación: hemos heredado la
necesidad de echarle la culpa -o rara vez las flores- al rey, emperador,
dictador, etc. Esa es nuestra herencia de oprimidos; vivimos en una democracia,
pero nuestra lógica y razón vive aún en estas formas de gobierno autoritarias
en las que un personaje es responsable de lo bueno y lo malo de la vida y,
déjeme desilusionarle: esto no es así.
Lo bueno y lo malo de un país es resultado de
las leyes que tenga.
Procese: no es culpa de una autoridad, es
culpa de las leyes y ¿a quién le corresponde hacer/deshacer las leyes?
¡Acertó! Al legislativo.
Entonces ya abandone por favor la idea de que
el ejecutivo (presidente en adelante) tiene que resolver los problemas del país
y que es el único responsable de las crisis que aparezcan. En este sentido, no
sugiero que los otros poderes estén exentos de culpa, no, digo que éstos están
subordinados a las leyes y, por consecuencia, al legislativo.
Le propongo un ejercicio: analicemos la
Constitución, la norma fundamental de
un Estado, del país más próspero en América y del paupérrimo (para ser
educado):
·
La constitución de Estados Unidos, cuyo PIB es el
más alto en América y el mundo, tiene solo 7 artículos y 27 enmiendas que no
pasan de 2 o 3 párrafos.[3]
·
Ahora, para elegir el ejemplo del paupérrimo
americano, podemos señalar a Haití: 298 artículos. Pero podemos señalar más
ejemplos: Guatemala 280, Cuba 229[4] y
Venezuela 350 artículos.[5]
Piense usted la relación lógica: a más leyes
más… ¿desgracia? ¿Hambre? ¿Represión? Regresamos otra vez a la Teoría de las
esferas público-privadas y sus consecuencias.
Y sí, otra vez acertó; mientras más leyes
tenga un Estado menos buenas son las cosas. (El ejemplo anterior es objetivo,
se compara los datos no a las personas; piense críticamente y no caiga en
enfermedades mentales como el racismo, la xenofobia y otras.)
Habrá también el inteligente pensador que diga
que la Constitución Suiza tiene 195 artículos[6] y todo
va de lo más frondoso; y está en lo correcto, pero ahora hablamos de América y
la realidad, por favor, pise la tierra.
La Constitución ecuatoriana tiene nada menos
que 444 artículos ¡Estamos emboscados jurídicamente! ¿Por qué un país mucho más
pequeño que los citados anteriormente necesitaría tantas leyes? ¿Las necesita
el pueblo? ¿Quién las necesita?
La norma fundamental es la que otorga validez
a la superestructura jurídica; a partir de lo que esté escrito en ella se
desprenden las demás leyes. Es decir, si en la constitución dice que se
atenderá la educación: habrá la Ley Orgánica de Educación, se atenderá la
alimentación: habrá la Ley Orgánica de Alimentación, se atenderán los vuelos
espaciales a Marte: habrá la Ley Orgánica de vuelos espaciales a Marte.
En pocas palabras, todo lo que esté escrito en
la constitución se hace a nivel jurídico y fáctico, la realidad no irá más allá
de eso (ojalá, y si no, aún quedan las enmiendas).
Toda esta normativa se hace en el legislativo,
en un momento dado, los asambleístas, congresistas, senadores, elaboraron e instauraron
la Constitución y también elaboran las leyes que de ella se desprendan. Aquí va
lo bueno:
Si a usted se le
complica hacer negocios, es porque las leyes hacen los negocios complicados.
Si a usted se le
complica salir a la calle por la inseguridad, es porque las leyes hacen
inseguro su país.
Si a usted se le
complica encontrar trabajo, es porque las leyes hacen que sea difícil encontrar
trabajo.
¿Se da cuenta? No es culpa del presidente que
usted no pueda hacer negocios; no es culpa de los jueces que la inseguridad sea
normal; no es culpa de la empresa privada que usted no pueda encontrar trabajo;
todo es culpa de las leyes y ¿quién o qué es responsable de las leyes?
El legislativo.
La próxima vez que quiera reclamar (es su derecho y quizás nuestra segunda forma de participación “democrática”) vaya a la fuente, vaya a la raíz, vaya al congreso, senado o a la asamblea. Del mismo modo, le invito a considerar mucho su voto la próxima vez que elija un asambleísta que le representará, quizás estas elecciones son más importantes que cuando se escoge un presidente, pero nadie parece estar pensando en ello, aún.
[1] PIB (US$ a precios actuales) en Datos.bancomundial.org.
[2] En El Espíritu de las Leyes.
[3] La constitución norteamericana
se puede consultar en la página de la Casa Blanca: https://www.whitehouse.gov/es/acerca-de-la-casa-blanca/nuestro-gobierno/la-constitucion/
[4] En
https://www.constituteproject.org/constitution/Cuba_2019?lang=es
[5] En https://venezuela.justia.com/federales/constitucion-de-la-republica-bolivariana-de-venezuela/
[6] Puede consultarla en https://www.bcn.cl/procesoconstituyente/comparadordeconstituciones/constitucion/che
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